Al viajar es importante despojarnos de nuestra verdad, dejar de comparar todo con lo que conocemos y entregarse a esa aventura de nuevos sabores, temperatura, humedad y tantas cosas que, si nos dejamos llevar, abrirán nuestra mente y corazón.
Tener la premisa de cuidarnos, de no dañarnos, de reconectar la intuición es vital para transitar, estar atentos y confiar.
Un viaje nos deja desnudos y enfrentados a nuestras reacciones en el espejo que son los otros, tremenda oportunidad de conocer un poco mas de nosotros mismos y mediar en lo que se nos presenta como oportunidad de mejorar.
El camino recorrido, las personas que conoces, los paisajes, la naturaleza y nobleza de los animales, la agudeza de los sentidos, la calma del silencio y la oscuridad, la sensación de que todo es un espejismo y la vuelta a lo cotidiano... Todo es parte del regalo de arriesgarse y decidirlo.
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